EPIQUEYA
Querida directora Teresa:
Hace ya muchos años, otoño de
1966 tu abuelo el Sr. Marqués de Lozoya dio una conferencia en la Escuela de
periodismo sobre reconstrucción de monumentos, yo le hablé de la ermita de san
Vicente del pueblo de mis padres que desconocía pero me dijo todo lo que es
románico tiene un valor incalculable y hay que salvarlo (palabras
textuales) Creo que él desde el Cielo se habrá alegrado este reportaje sobre el
día de san Bernardo en Fuentesoto.
A la sazón era una cuadra y estaba
en ruinas. Hoy se ha salvado mediante su reconstrucción. El marqué de Lozoya
fue el adalid y el pionero de estas campañas y gracias a tu abuelo le debemos
este patrimonio ARTÍSTICO GLORIOSO que es base de la riqueza turística de la
ciudad y, gracias a ti, el que uno de los periódicos más antiguos del
periodismo español siga a pie de obra cuando tantas publicaciones han fenecido
RESULTA UN HECHO QUASI MILAGROSO. Es una pátina y una solera de la que carecen
muchos y que nos honra.
Periodista profesional, me gané
los gabrieles en esta hermosa dura profesión y admito que estamos en crisis
pero ¿por qué?
Yo creo que por la baja calidad
del producto.
Sólo a fuerza de chorros de
dinero que manan de Dios sabe donde se
mantienen algunas cabeceras de prestigio que sufren la competencia de las Redes
pero un periódico de calidad puede beneficiarse de esta sociedad interactiva,
donde la información, que es poder, ha sustituido a la sociedad de la
producción. Es en el campo de la información donde se está dando la batalla de
apertura de mercados.
El Adelantado mantiene su pátina
y el pedigrí centenario; su fabulosa hemeroteca electrónica que es el paraíso
de los archiveros e historiadores de los que día a día manejan el mundo de la
información. Yo quisiera anunciarles a todos los segovianos lo siguiente: cada
mañana llega a sus quioscos un buen diario confeccionado y maqueteado —gracias,
amable, directora por haber resucitado la figura del corrector de pruebas que
fue el compañero de viaje de los viejos periodistas que escribimos tan deprisa
y a veces cometemos errores— por buenos profesionales que aman y se desviven
por el progreso y el bienestar de su ciudad. Dilo en la redacción.
Desde el punto de vista de la
jurisprudencia, epiqueya, según el diccionario, significa la interpretación
moderada y clemente según las circunstancias personales de tiempo lugar y
circunstancia de las leyes. Cela diría que donde falta epiqueya sobra
desmelenamiento y esa epiqueya como informadora y como mujer al frente de uno
de los vespertinos con mayor prestigio de nuestro gaceterismo te caracteriza y
engrandece.
El acceso a las profesiones
liberales (abogacía, medicina, mundo de la empresa cirugía, aeronautita,
fuerzas armadas) ha sido una de las grandes conquistas de la sociedad española.
Ahora bien si todas las candidatas al sacerdocio fueran como Teresa Herranz Contreras,
yo, romano pontífice, no tendría ninguna inconveniencia de hacerlas diaconisas,
presbíteras e incluso obispas, pero debajo de esta maniobra subyace, a mi
juicio, una trampa, con la entrega al Papa de un caramelo envenenado de las
“Fem”. Casi parece un ultimatum.
La ley divina y la ley natural a
veces van juntas pero otras veces se cruzan y discurren por sendas diferentes.
Tengo para mí que los problemas de la iglesia no se resolverían permitiendo que
las hembras cantaran misa.
Son mucho más profundos que eso;
paulatina descristianización, negación de los misterios que convierten en
sagrada la misión de cualquier religión, la secularización, la paganización y
el dogmatismo de los políticamente correctos que a mí, que soy segoviano y algo
comunero y siempre fui por lo libre, me recuerdan malos modos antiguos y
empapelamientos del Santo Oficio. Esas no son formas, hombre, no metáis al
pobre Papa Francisco al que solo utilizáis cuando os interesa en un trágala.
Dejemos que obre la gracia y el soplo del Espiritu. Epiqueya, pues.
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