domingo, 21 de agosto de 2016


Ni obispas ni diaconisas ni presbiteras

 

San pablo mandó callar a las mujeres en la sinagoga. Era la tradición patriarcal de los profetas tampoco en el judaísmo ortodoxo hay rabinas. Es la norma, la ley divina. Hallajá. Sin embargo, ahora las féminas andan muy revueltas en torno al asunto de la ordenación de mujeres y metiendo bulla. Un comentarista insta al pontífice de Roma a que ordene rapidamente diaconisas y amenaza con un sofismo si la iglesia perdió a los obreros en el XIX a los jóvenes en el XX ahora está a pique de perder a las señoras. A nuestro juicio se trata de un silogismo cornudo de falsas premisas y de conclusiones equivocas. el mencionado plumilla que fue conmigo seminarista en Comillas y luego se salió proclama la consigna de mujeres al poder. Ciertamente la iglesia católica está en crisis y puede desaparecer pero es a consecuencia de sus errores históricos porque ha utilizado al Evangelio como bastión de poder.

No hay más que leer a los autores clásicos castellanos para reparar en esta aberración del cura prepotente mandón y con frecuencia fornicario y explotador, los estragos que causaron los escándalos que dieron aquellos camándulas. Francisco en vez de inclinarse por la opción de las mujeres sacerdotisas debiera reparar en los daños que ha causado la SRI con esto del celibato, sus excesos, su hipocresía. La ley natural nos dice que la primera función de la mujer es ser madres y parir educar, pero estas fems que bendicen el aborto luego quieren decirnos misa, después de pertenecer a movimientos ad lib. Tengo para mi que el humo de Satanás se ha instalado en la iglesia como reconocía Pablo VI y estas proclamas son un atisbo. Mujeres al poder y como sea. Sin embargo, nadie habla de la opción de los sacerdotes casados e incluso de los curas abuelos, en la cual he venido insistiendo a lo largo de mius blogs y de mis libros. Eso por lo visto es políticamente incorrecto, pero no lo es la interrupción de la vida humana para estas sacerdotisas muchas de las cuales son abuelas jubilatas. En sus manos la liturgia se ha convertido en una pantomima. Yo escucho ya las carcajadas del Pateta. El diablo se pedorrea y huele a huevos podridos. Bombas fetidas nos han lanzado en frascos de colonia. Otra yerro del buenismo.

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